Ante el aumento de casos de corona virus en Viena, desde el pasado noviembre nos aferramos todavía más a uno de nuestros pilares elementales: la cercanía con la naturaleza. Las medidas de seguridad impuestas dificultan acciones cotidianas en un jardín de infancia como son el acompañar y desvestir a los pequeños, así como recogerlos. En La Rueda queremos evitar que esos momentos supongan un riesgo innecesario para padres y niños, por lo que hemos abierto mas espacio a la naturaleza y el aire libre.
En este post profundizaremos en el concepto de Naturkindergarten - Jardines de infancia en convivencia con la naturaleza - exponiendo sus numerosas ventajas. Aprovechamos también para tocar el tema de la pedagogía verde, ¡a por ello!
Los niños sufren un déficit de naturaleza en las grandes ciudades
En las grandes ciudades, los niños pasan cada vez menos tiempo al aire libre. Hemos cambiado parques y patios de juego por aparatos electrónicos y espacios cerrados, de modo que estamos constantemente expuestos a luz artificial mientras respiramos aire viciado. Los efectos nocivos tanto para la vista como para el sistema inmunológico son terribles, pero la situación actual lo empeora: ante una crisis sanitaria como la que estamos sufriendo este 2020, necesitamos más que nunca un soplo de aire fresco.
Nos consideramos muy afortunados de vivir en una ciudad como Viena, rebosante de áreas verdes. La posibilidad de moverse en bicicleta o ir andando mejora los problemas de atención y tiene un efecto antiestrés, porque desgraciadamente, en nuestra sociedad incluso los niños padecen estrés a una edad muy temprana. Incluso en esta ciudad ejemplar, que se enorgullece de su elevado bienestar, seguimos sufriendo de un estilo de vida sedentario y un déficit de naturaleza.
Para indagar más en el asunto, os recomendamos este video: “Aprender en contacto con la naturaleza”, entrevista a Heike Freire sobre su proyecto de educación en el programa “Aprendemos juntos” del BBVA:
¿Cuánto tiempo al aire libre recomiendan los expertos para infantes y niños?
Ya en su tiempo, Maria Montessori afirmaba que hay que “vivir con la naturaleza y no solo conocerla”. En la actualidad, los especialistas ratifican que un niño debería pasar al menos 3 o 4 horas al día en contacto directo con la naturaleza, pero la mayoría de centros preescolares no disponen del espacio o los medios para satisfacer esta necesidad.
El Instituto Tecnológico de producto infantil y de ocio (AIJU) contrasta la recomendación de expertos internacionales respecto al juego en el exterior y ofrece una tabla orientativa:
Efectivamente, comprobamos que son lo más pequeños los que más juego al aire libre requieren.
Los niños tienen un instinto de naturaleza
Todos reconocemos ese impulso de jugar innato en los niños - una necesidad biológica y social - pero tal vez no te hayas percatado de que también existe un instinto de naturaleza (llamado biofilia) que supone una atracción innata en los infantes.
La biofilia se define como un vinculo entre el ser humano y la tierra, entendiendo el conjunto de la biodiversidad.
Los niños necesitan descubrir y conocer su entorno, se paran a observar una fila de hormigas o abrazan el tronco de un árbol de camino a la guardería. Nada raro, ¿verdad?. La afinidad por la naturaleza no es una moda pasajera, ni tan siquiera es novedosa: ¡se lleva insistiendo en el tema desde el siglo XIX!. Aunque nos hemos adaptado al entorno urbano, siempre tendemos a echar la vista atrás a nuestros orígenes.
Beneficios de pasar tiempo en la naturaleza en los niños
La pedagogía verde defiende que para el desarrollo óptimo del niño, es imprescindible establecer una profunda conexión con la naturaleza. Esto comprende cuerpo y mente, pues no solo nos enfocamos en el desarrollo cognitivo sino también en el sensorial y emocional.
La pedagogía verde consiste en vivir en armonía con la tierra y aprovechar todos sus beneficios para el desarrollo infantil con un enfoque ecológico.
Los beneficios que os comentamos a continuación tendrán un mayor efecto cuanto más cerca estemos de cumplir las recomendaciones de tiempo al aire libre.
Regulación emocional por contacto con la naturaleza en niños
El aprendizaje vinculado a las emociones se queda grabado en nuestra memoria a más largo plazo. Los niños que pasan mucho tiempo en la naturaleza demuestran una mayor tolerancia a la frustración: si ha llovido, ¡te mojarás el culo al sentarte!. Del mismo modo, autorregulan sus impulsos con una gran capacidad de adaptación, pues no es el medio el que se adapta al niño sino el niño el que se adapta al medio.
Freire asegura que “el movimiento al aire libre ayuda a conectar con tus emociones más claramente, a sentir qué es lo que te está pasando y expresarlo”. El beneficio es doble, pues también estaría incrementando su inteligencia verbal.
La naturaleza tiene su propio ritmo, no puedes meterle prisa. Un árbol no mudará sus hojas ni se decidirá a florecer antes de tiempo, no le podemos exigir esa inmediatez que demandamos en tantos otros ámbitos de nuestra vida. En contraste con nuestro mundo acelerado, el mundo natural transcurre acorde a su desarrollo. Los niños se benefician de este hecho, pues ellos también deberían poder disfrutar de su crecimiento lento y progresivo.
Adquisición de valores a través de la naturaleza
En una publicación de nuestra cuenta en Instagram, compartimos lo mucho que nos gusta la jardinería y como nuestros niños aprenden mediante ella. Adquieren un gran sentido de la responsabilidad al cuidar plantas, que posteriormente extrapolan a otras criaturas vivas. En el bosque se topan con escarabajos, babosas, mariquitas y mariposas entre otros, aprendiendo a respetarlos con empatía.
Un dato que nos resulta muy curioso es que cuando nos sentimos agradecidos, somos más felices. Esto tiene una razón biológica, porque liberamos endorfinas, pero el hecho es que practicar ejercicios de agradecimiento en ambientes naturales nos ha funcionado para calmar a los niños: cuando acuden a mostrarnos orgullosos algo que han encontrado durante nuestras excursiones por el bosque, les animamos a reflexionar sobre lo afortunados que son y a expresarlo. Como bien dice Magdalena Fleitas en una de sus canciones, tenemos tanto para estar agradecidos.
Juego libre y no estructurado en la naturaleza
Clara Pons afirmó en la revista In-Fan-Cia que la naturaleza es el espacio de juego ideal. Asegura que los niños se han convertido en espectadores del mundo y en el juego: cuando su juguete se pone en marcha con tan solo apretar un botón, el pequeño observa pero no interactúa ni imagina. Excesivos estímulos que no le benefician, pues ningún espacio artificialmente preparado para niños les provee de tal variedad e idoneidad de estímulos como la naturaleza.
Incentivamos el movimiento de los niños, que desarrollan mejor su inteligencia espacial en el parque. Mejoran su coordinación, equilibrio, plasticidad y agilidad: pueden trepar árboles – desarrollando sus habilidades motrices – saltar troncos caídos y correr sorteando obstáculos. Se caen, levantan, agarran cosa, compiten entre ellos con carreras y colaboran construyendo casas de palos. ¡Se mueven tanto que es complicado convencerles de que se dejen la chaqueta puesta!
Capacidad de escucha: los niños aprenden a apreciar el silencio
En los bosques escuchamos el sonido del silencio. Confiamos en nuestros sentidos para percibir la resonancia de seres vivos interactuando y del viento siguiendo su camino. Es maravilloso escucharnos los unos a los otros sin levantar la voz, pues en nuestro remanso natural no es necesario. Los niños aprenden que no tienen que gritar para hacerse oír sobre la cacofonía estridente de las calles, con su tráfico y ajetreo.
Capacidad de atención: los colores cada uno en su lugar
La naturaleza ofrece una gama limitada de colores cambiantes. Los tonos más neutros y apagados del invierno – gris, marrón – contrastando el deslumbrante verde primaveral y los fogosos colores del otoño temprano – naranja, rojo o amarillo. Cada estación les muestra su faceta y ellos centran la mirada en esos colores, absorbiendo. Los juguetes modernos les distraen con demasiados colores chirriantes, apretujados en un solo artículo.
Los niños exploran libremente en la naturaleza
La exploración en la naturaleza es extraordinaria, llena de sorpresas ocultas. Los niños encuentran elementos – palos, hojas, piedras – y seres vivos – gusanos, mariposas, flores – que les permiten desarrollar su juego simbólico. También pueden utilizarlos para dar rienda suelta a su creatividad, elaborando auténticas obras de arte.
Experiencias sensoriales infantiles en la naturaleza
Siempre hacemos hincapié en la importancia de las experiencias sensoriales y la naturaleza nos la brinda al completo: jugamos con la arena, con agua y con barro; olemos flores; tocamos cuanto está a nuestro alcance y escuchamos el rumor del bosque saboreando la humedad del aire. Los niños mezclan sustancias, palpan las diferentes texturas y se sorprenden.
Autonomía infantil
El niño cuenta con mucho poder de decisión. En base a sus necesidades, decide explorar, descansar o lanzarse al juego libre. Esto aumenta su seguridad y confianza en sí mismo, dotándolos e una mayor independencia. Es autónomo, potenciando su pensamiento crítico.
Protección de la naturaleza
El salvaguardar la naturaleza se aprende desde la primera infancia. El deseo de cualquier padre es que su hijo o hija se convierta en una persona saludable y consecuente. La educación ambiental les ayuda a ser conscientes de sus acciones, de su papel en el mundo. Esta mayor conciencia ecológica junto con el contacto directo con la naturaleza influenciará también su personalidad futura.
Inculcarles respeto por la vida animal y vegetal no significa hablarles constantemente del cambio climático y de la polución excesiva. Para interiorizarlo, debemos demostrarles lo fantástica que es la naturaleza, desde los prados y colinas hasta el fondo de los océanos. Miles de especies pueblan la tierra y debemos enseñarles como funciona su relación con el medio. El ciclo de la vida, la simbiosis entre diferentes criaturas, los hábitats…
Poco a poco les entrará curiosidad, nos preguntara por aquello que no entienden y así podemos ir introduciendo más conceptos de manera orgánica: sostenibilidad, consumo responsable, reciclaje y mucho más.
La tierra es la casa de todos, de Cantoalegre, expresa muy bien nuestro sentimientos:
Conclusiones
Desde La Rueda nos encantaría recuperar esa conexión entre la naturaleza y los niños que las generaciones anteriores pudieron disfrutar en la infancia. Alejándonos del barullo de la ciudad, aprovechamos nuestras salidas a la naturaleza para exprimir todas sus ventajas: mejorar la salud física potenciando sus habilidades motrices, respirar aire limpio, experimentar sensorialmente, fomentar el desarrollo intelectual, respaldar su confianza en sí mismos, mejorar la capacidad de atención y escucha, potenciar el juego libre, autorregular sus impulsos y desarrollarse emocionalmente, aumentar sus habilidades sociales y finalmente aumentar su conciencia medioambiental.
Pero, ¿aplicar una rutina orientada al concepto "Naturkindergarten" significa que los niños se pasan todo el tiempo fuera?
¡No! Como bien expresaba la tabla de AIJU, un equilibrio entre juego en el exterior y juego en el interior es lo ideal. Por las medidas preventivas para el corona virus, la recomendación fue trasladar los momentos de mayor ajetreo y abarrotamiento del centro al exterior. Por ello, priorizamos el tiempo afuera siempre que las condiciones meteorológicas sean benévolas y mientras los niños se sientan a gusto.
Desde el mes de noviembre 2020 afrontamos el reto y comprobamos sus resultados positivos. ¡Os mantenemos informados!
Webgrafía
· https://saposyprincesas.elmundo.es/consejos/educacion-en-casa/importancia-de-proteger-la-naturaleza/
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